El peruano Santiago Roncagliolo trabaja en una novela en torno al escritor uruguayo Enrique Amorim (1900-1960), que fue amigo de Federico García Lorca, al cual hizo de cicerone en su gira por Argentina y Uruguay.
La historia de ese “escritor olvidado” es la del arte del siglo XX”, explica a Efe Roncagliolo, que se encuentra en Londres para participar en unas jornadas literarias con motivo del número que la revista “Granta” dedica a los jóvenes narradores en español, en la que le han incluido.
“Fue un encargo de una pequeña editorial andaluza, el grupo Alcalá, y lo que parecía que iba a ser un librito se ha convertido en una novela, basada en una historia real, que saldrá en septiembre del año que viene”, explica el autor.
Roncagliolo parece fascinado por su personaje, hijo de padres adinerados y cuñado de Jorge Luis Borges, que viajó extensamente por Europa e Iberoamérica, se afilió al Partido Comunista en 1947 y conoció de cerca, entre otros muchos, en Francia a Pablo Picasso y al poeta y comunista Louis Aragon.
“La actriz Lola Membrives llevó a Lorca a Uruguay para que escribiera allí Yerma, pero Amorim se hizo cargo del escritor andaluz y arruinó sus planes”, explica Roncagliolo.
La novela que está escribiendo es “la historia de cómo una serie de escritores, entre los que está también Neruda, tras la muerte de Lorca viran hacia el comunismo y se radicalizan porque habían matado a su amigo”.
“Eso resume muy bien el arte del siglo XX, el viraje desde el surrealismo, un movimiento que me interesa personalmente mucho, al compromiso político”, señala.
A pesar de tratarse de una novela, Roncagliolo afirma no haberse inventado los diálogos porque “desvirtuaría la fuerza de una historia real”, sino que se ha documentado perfectamente: “Hay cartas, memorias, entre otras las del propio Neruda, y quedan algunos testigos uruguayos”.
Roncagliolo lleva un año investigando en archivos de España, Francia, Uruguay y Argentina, y todavía confía en encontrar nuevos documentos relacionados con su personaje.
Además de escritor, Amorim era fotógrafo y cineasta y dejó imágenes tanto de los citados como de otros autores famosos como Rafael Alberti, el inglés Somerset Maugham, el ruso Iván Bunin o a Horacio Quiroga, que había nacido como él en Salto (Uruguay).
“Fue él mismo el famoso que no puede salir en la foto porque hace de fotógrafo, y tengo la impresión de que dejó todo ese material para que alguien un día contase un día la gran novela de su vida”, explica Roncagliolo, según el cual el material se aprovechará para un documental, que está realizando Susana Garrido y que saldrá al mismo tiempo que el libro.
En relación con el tema que le ha traído a Londres, el número especial de “Granta”, el autor de “Abril Rojo” explica que ello le permitirá a él y los otros seleccionados por la revista acceder a “un grupo de lectores que están acostumbrados a leer textos literarios y periodísticos de gran calidad”.
Roncagliolo se felicita además de la feliz coincidencia entre la aparición de ese número de Granta y la concesión del Nobel a su compatriota Mario Vargas Llosa, al que califica de “último de una estirpe en la que están también García Márquez, Carlos Fuentes y Pablo Neruda”.
Todos ellos no son sólo “grandes escritores, sino también hombres públicos”, personas convencidas de “grandes ideas”, cuya defensa consideraban parte de la labor de un escritor.
Él y otros autores latinoamericanos de las generaciones posteriores a esos grandes escritores se muestran, por el contrario, mucho más escépticos porque “hemos visto caerse muchas verdades”.
A diferencia de los representantes del realismo mágico, Vargas Llosa sigue siendo en cualquier caso, dice, “un referente porque escribe de una manera muy realista y urbana”, lo que le aproxima a muchos de los jóvenes escritores latinoamericanos.
Roncagliolo se considera “un narrador de historias”: “Me gusta inventar historias, y es irrelevante si ésas salen de la realidad o son ficción, pero siempre escribo de personajes y no de fenómenos sociales. Y cuando he contado la historia de alguien en un libro periodístico como el que escribí sobre Abimael Guzmán (el dirigente de Sendero Luminoso) no he juzgado al personaje, sino que la conté como una novela, sin inventar nada”.
Preguntado por las diferencias entre España y Latinoamérica, el escritor, que vive en Barcelona (España) con su esposa y sus dos hijos, señala que en América Latina “ya nadie quiere guerrillas ni golpes de Estado y eso es un gran avance”.
Fuente: Joaquín Rábago / EFE