El escritor chino Mo Yan, galardonado hoy con el Premio Nobel de Literatura 2012, recibió con modestia y sorpresa el galardón, asegurando que “ganar no representa nada”, mientras China celebra un reconocimiento que, a diferencia de otros anteriores, no enfrenta al régimen comunista con Estocolmo u Oslo.
“Continuaré trabajando duro, gracias a todos”, señaló un elusivo Mo, que en las horas posteriores al anuncio del premio intentó aislarse de la prensa y los admiradores.
Sobre la importancia del galardón para la literatura de su país, el escritor de 57 años aseguró que “China tiene muchos autores excelentes, cuyos destacados trabajos podrán también ser reconocidos en el mundo”.
A la televisión estatal CCTV, el autor de “Sorgo rojo”, “Las baladas del ajo” o “La vida y la muerte me están desgastando” señaló que prefería “estar con los pies en la tierra” y no hacer grandes celebraciones, como mucho cocinar con su familia los tradicionales “jiaozi” (“raviolis”) que se comen en las fiestas chinas.
“Quiero seguir mi camino, concentrado en lo humano para mi propia obra”, aseguró Mo, quien dijo que se había recluido en su pueblo “para sentirse tranquilo” y “escribir encerrado en su habitación”.
Mientras, en contraste con el Nobel de la Paz concedido hace dos años a otro escritor chino, Liu Xiaobo (encarcelado por sus llamadas a la democratización del régimen), la prensa china y los círculos culturales del país celebraron hoy lo que consideran “el primer Nobel de Literatura chino”, olvidando también al galardonado en 2000 Gao Xingjian (exiliado en Francia y con nacionalidad de ese país).
“El éxito es el reconocimiento mundial a la literatura contemporánea china”, destacó a la agencia oficial He Jianming, vicepresidente de la Asociación China de Escritores.
“Merece definitivamente el premio, que es una afirmación de la literatura china en el escenario mundial”, señaló por su parte el escritor Yue He, popular autor de ficción histórica.
Aunque la reacción general en la potencia asiática ha sido de alegría y quizá reconciliación con un jurado que también dio en 1989 el Nobel de la Paz al Dalai Lama, algunas voces críticas con el régimen aprovecharon hoy el premio a Mo Yan para recordar a Liu Xiaobo, en prisión desde hace casi tres años.
A través de redes sociales como Twitter, algunos escritores y disidentes han mostrado cierto escepticismo hacia el premio de Mo, sobre todo con respecto a la utilización que de él podría hacer el Gobierno comunista.
“El Gobierno chino hará uso ilimitado del Nobel a Mo Yan”, señaló el periodista y afamado crítico Michael Anti.
En declaraciones a Efe, el artista y disidente Ai Weiwei denunció por su parte “la insensibilidad” de la Academia Sueca a la hora de conceder el premio a Mo mientras Liu permanece todavía encarcelado y su mujer, Liu Xia, está sometida a un régimen de arresto domiciliario sin que se conozcan cargos contra ella.
Mo Zhixu, escritor también próximo a los círculos disidentes, señaló por su parte que el Nobel de Literatura a Mo Yan puede ser positivo para la corriente contestataria con el régimen, ya que “conseguirá que la gente se acuerde de otros chinos que han recibido el premio (en alusión a Liu)”.
Preguntado sobre qué opinaba sobre el debate que se ha creado en torno al premio, Mo dio las “gracias tanto a los defensores como a los detractores”.
“Por fin he tenido la oportunidad de ser objeto de un caótico debate público, todo esto me ha brindado una excelente oportunidad de conocerme mejor a mí mismo, saber lo que debo corregir y en lo que debo insistir”, destacó.
Mo, cuyo nombre es en realidad un seudónimo que significa “No hables”, es el primer ciudadano con nacionalidad china en recibir un Nobel sin estar en la cárcel o en el exilio.
No obstante, él mismo ha asegurado en varias ocasiones que nunca ha dejado de decir en sus novelas “lo que cree que se debe decir”, y sus defensores afirman que ha sabido tocar todos los temas a través de sus libros, incluso los más delicados, hasta el punto de que una de sus obras, “Grandes pechos, amplias caderas” fue retirada por la censura.