El festival Metrorock inició anoche, en Madrid, una nueva etapa en su VIII edición, con una única jornada de conciertos y con la presencia en el escenario principal de los padres del hardcore, los estadounidenses Bad Religion.
El grupo californiano, pionero del “hardcore melódico”, elevó los decibelios y la media de edad de los asistentes al escenario principal, con un concierto que desde sus primeros compases abrazó la crítica social, tan habitual en su propuesta, con algunos clásicos del grupo, como “American Jesus” o “I want to conquer the world”.
La banda liderada por su vocalista Greg Graffin ofreció en Madrid su único concierto europeo de la temporada veraniega para presentar “New maps of the hell”, álbum que saldrá a la venta en julio y con el que prosiguen una nueva etapa en su carrera iniciada hace cinco años, ya liberados de las ataduras con una multinacional como Sony-BMG.