El jueves se cumple el trigésimo aniversario de la muerte de Elvis y “el Rey” sigue despertando el fervor del público mundial y protagonizando lanzamientos editoriales y musicales con los que recordar la figura de un hombre que cambió con su actitud y sus caderas el destino de la música popular.
Fue la misma vida la que decidió que fuera único desde los primeros momentos de su existencia -su hermano gemelo murió poco después de nacer-, como también lo hicieron canciones como “It’s Now or Never”, “In the Ghetto”, “Love me Tender” o “Suspicious Minds”, convertidas con el tiempo en patrimonio universal.
Fue ídolo de ídolos -cuando The Beatles viajaron a Estados Unidos sólo quisieron conocerle a él- y figura de la compañía discográfica RCA, por la que fichó en 1955 para, un año después, lograr su primer éxito con “Heartbreak Hotel”, con el que inició una fulgurante carrera que sólo las drogas lograron truncar.
Otros ya eran grandes, como Chuck Berry o Frank Sinatra, pero su movimiento de caderas, no apto para una televisión de la época que sólo lo mostraba de cintura para arriba, le granjeó el apodo de la Pelvis, con la que “retaba a la América bien pensante de los años 50 y 60”.
Este cúmulo de casualidades -él no premeditó nada- le convirtieron en el primer fenómeno social nacido de la música, cuya fascinación en el público perdura hasta el día de hoy, explica Javier Márquez, autor del libro “Elvis. Corazón solitario”.
“Elvis vivió su vida de una forma muy apasionada, lo que despierta la admiración en otros”, explica el autor de este volumen, que llegará a las tiendas en España el mismo día del aniversario de la muerte del Rey del rock.
En estos días también se publica en ese país “The King”, un doble CD con 52 canciones que resumen la impecable trayectoria musical y a su vez recorren toda una vida, la del hombre que lanzó 101 sencillos y 77 álbumes sumando discos de estudio, directos y recopilatorios, y logró ventas estimadas en más de mil millones de ejemplares.
En público era el gran artista que todo el mundo esperaba ver, pero en su intimidad su personalidad se tornaba introvertida y meditabunda, asegura Márquez.
A pesar de estar en lo más alto, Elvis no encontraba sentido a la vida. Y es que “el mito de Elvis había matado a la persona antes de su propio fallecimiento”, apunta Márquez acerca del cantante, hombre de una profunda religiosidad que mantuvo sus necesidades espirituales hasta el final de sus días, cuando la ingesta de pastillas y tranquilizantes era masiva.
Esa religiosidad le llevaba a buscar una razón más elevada en lo que hacía, algo que “contrastaba su situación artística real” dirigida por su manager”, “el Coronel” Tom Parker, “una figura tan dramática como imprescindible” en la vida de la estrella de Memphis.
Las malas decisiones de Parker, que rechazó el papel protagonista de “West Side Story” para su representado, impedían que Elvis “demostrara todo lo que podía dar”, argumenta Márquez.
Y en busca de lo que queda del mito, centenares de personas acuden estos días a Memphis, incluidos los 73 españoles del Club Elvis -asociación oficial de admiradores del Rey en España- que partieron desde Madrid y Barcelona rumbo a Graceland el pasado 9 de agosto, informó a Efe Joaquín Luque, vicepresidente del club.
La ruta para honrar al cantante incluye inevitables peregrinaciones a Tupelo, pueblo natal de Elvis, o Graceland, donde residió; a los estudios Sun Records, donde grabó por primera vez; o visitas a las innumerables exposiciones sobre su persona que se han preparado con motivo del trigésimo aniversario de su muerte.
Todo dentro de la “Elvis Week”, organizada por la Elvis Presley Enterprises, empresa que gestiona su figura y que, gracias a los avances tecnológicos, intentará acercarlo desde el más allá con la recreación virtual de un concierto en el que el Rey volverá a cantar para miles de personas.
Para todos ellos sigue viva la leyenda, aquella a la que otro mito musical, como fue John Lennon, elevó al olimpo al afirmar: “Antes de Elvis no hubo nada”.