El Círculo de Lectura Guillermo Andreve invita a la gala de “El capitán Cabuya y su hija” una narración existencial de Edilia Camargo, testimonios de distintas vivencias el martes 20 de marzo en la Sala Múltiple de la Biblioteca Nacional a las 7pm. Un Panamá que usted no conoce, allí están algunas de las raíces del alma nacional. Un libro para reflexionar.
“Es posible atravesar el desamor” es una entrevista realizada por el escritor y periodista Leadimiro González C. para el diario El Siglo.
Edilia Camargo Villarreal cuando habla lo hace con un sentimiento profundo, sus palabras y pensamientos van saliendo del más profundo de su ser, incluso con un dejo de cierto dolor. Y es que esta autora acaba de editar el libro El Capitán Cabuya y su hija, donde narra situaciones de su vida que se van hilvanando como las telaarañas y a través de sus páginas penetramos en su mundo de sufrimiento y dolor. Pero a pesar de toda esa circunstancia, Edilia logró superar los obstáculos que se le presentaron en la vida para alcanzar sus metas.
“Con este libro quiero mostrarle a los lectores que hay camino que seguir a pesar de los sufrimientos”, dice Edilia, mientras la entrevistamos en la Librería Cultural, con motivo de la presentación de su libro, el próximo 21 de marzo, en la Sala de Uso Multiple, de la Biblioteca Nacional, a las 7:00 de la noche.
Esta autora, que reside en Nuevo Emperador, madre de tres hijos, tiene formación filosófica y estudio en Francia. Conoció a importantes intelectuales panameños, se considera una peregrina y no deja de escribir, al tiempo que ultimamente se dedica a participar en importantes maratones, que le ha llevado a ganar importantes premios.
¿El capitán Cabuya y su hija es un libro autobiográfico?
Para nada. Es un esfuerzo de mirada interior que podemos compararlo con un trabajo de hermenéutica. La vida de la persona es lo que menos interesa, son los hechos que están ligados a esa vida que se han ido hilvanando dentro de ese recorrido interior que es pensamiento, lenguaje, historia, hechos, que se pretende mostrarlos en su estado más puro.
-¿Qué la motivó a escribir este libro?
Hay muchos motivos. Primero, lo empecé a escribir hace más de treinta años y el motor que puso en movimiento las palabras fue el hecho de enterarme del suicidio de una de nuestra estudiantes, es decir ante la muerte, ante el desamor, ante el abandono.
-¿Qué pretende con la publicación de esta obra?
Lo que pretendo es mostrar que es posible atravesar ciertas situaciones dolorosas, inclusive la muerte de un ser que uno quiere, atravesar el sufrimiento, la enfermedad, la debilidad, la fragilidad de una niña, luego de una mujer, es decir, es posible atravesar todos esos territorios minados para empinarse, a mirar lo que sigue, no quedarse encerrado en el sufrimiento.
En este libro narra su difícil relación con su padre, ¿ fue una época muy dolorosa para usted?
Por supuesto que fue dolorosa, y siempre insisto en que había que pasar por el dolor, tragarse el dolor para que eso no fuera un obstáculo y yo lo entendí en una forma muy intuitiva, muy de instinto de conservación, en que mi salvación estaba en no llorar siquiera, sino avanzar, tratando de alcanzarlo y de tocarlo, y creo que en cierta forma lo logré y al final fue un abuelo increíble con mis hijos.
¿Es decir que logró que cambiara?
Sí, porque volvió su mirada hacia su hija y hace poco murió. Usted me dirá cómo es posible que los padres, que son los encargados enseñarle a los hijos la ternura, porque no crea que el amor y la ternura bajan del cielo, todo eso se enseña, a los hijos hay que enseñarlos a que los amen. Entonces, mi padre, no estaba preparado para eso. El fue un hombre que gozó de la vida, así que cómo le iban a poner una obligación a alguien que era un gozador, para quien todo era fiesta. Por eso no estaba listo. Hay que entender que la paternidad no es un sentimiento, sino que se cultiva, lo mismo que la maternidad. Así que en la etapa que necesitaba que él me abrazara, él no podía.
¿Es posible atravesar el desamor?
Me imagino que todas las adolescentes han vivido esa dulzura del primer amor y algunas han sido menos dulce, muy traumáticas. Es posible atravesar el desamor, porque yo muestro cuando hubo amor, cuando hubo ternura, cuando hubo incluso traición, cuando hubo amargura, es posible atravesar todo eso. Si todo ese sufrimiento es el motor que lo impulsa a uno para mirar más lejos y no dejarse morir.
También en el libro toca aspectos filosóficos, ¿podría hablarme un poco de eso?
Lo que también quiero mostrar en mi libro es que ha habido una gran falla en toda la filosofía, ahora están volviendo sobre esa falla, de querer mostrar, incluso se enseña, de que los conceptos están vacíos, que los conceptos son elaboraciones abstractas, que los conceptos no llevan ni sufrimiento ni dolor ni sabor ni color, cuando eso es falso. El sufrimiento, el dolor forma parte de la elaboración de los conceptos. La conciencia no está vacía, siempre está sobre algo.
En su libro menciona a muchos personajes, ¿Cuál de esos personajes la impactó más y por qué?
Puedo mencionar a Rogelio Sinán y a mi colega José de Jesús Martinez, con quien siempre estaba en contrapunto porque yo fui muy critica con su obra teatral y él era muy humilde porque otro me hubiera quitado el habla. En algo me recordaba a mi padre, porque disfrutó de la vida. La filosofía no es sinónimo de tristeza, de amargura, de resentimiento, al contrario, así que “Chuchú” Martínez encarnó para mí este hombre feliz, que debe ser el filósofo y luego Rogelio Sinán, que me quizo tanto y el primero en aconsejarme que me mirara adentro, porque todos llevamos un cementerio por dentro, pero está la marca de la vida.
En el libro narra sus diversos viajes a varios países, ¿Cuál de esos países la impresionó más?
Bueno, hay dos: Senegal (Foto de la portada del libro donde me estaban recibiendo en la presidencia) y luego Madagascar. Otros países me impresionaron bastante como la capital de Yemen.
¿Qué puede decirme sobre la religión, un aspecto que también toca en su libro?
Qué bueno que menciona ese capítulo del libro, porque eso de levantar los ojos, levantar el corazón sólo se puede hacer cuando uno tiene fe y esa fe los padres tienen que trasmitírselo a los hijos, pero fe en quién, en mí que voy a morir mañana, que tengo una vida limitada o fe en alguien, que es mi vida, que vive en mí, que me habita, son otras cosas diferentes, saber que yo sola no puedo, si no tengo luz.
¿Cuál ha sido la etapa de su mayor felicidad?
Mis hijos, porque cuando uno lo ve se olvida de todo.
Si tuviera que retroceder el tiempo, ¿qué cambiaría de su vida?
Nada, nada, porque en la rigurosidad y la dureza en que me educaron me ayudó a avanzar, a no tener miedo.