El poeta mexicano Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura 1990, fue homenajeado ayer en Madrid por los escritores españoles Luis García Montero y Juan Malpartida y el cubano Antonio José Ponte, con motivo del décimo aniversario de su muerte que se cumplirá el próximo 19 de abril.
Los tres literatos, que estuvieron acompañados por el escritor mexicano Julio Trujillo en la Casa de América de Madrid, coincidieron en destacar el papel de maestro que Paz jugó en su formación y crecimiento como poetas, y abordaron la figura del autor de “Salamandra” (1962) desde la relación que les unió.
García Montero, Premio Nacional de Poesía de España en 1995, destacó la oportunidad del homenaje a Paz (1914-1998), ensayista al que el escritor español conoció en 1990 en México y con el que se siente “en deuda”.
“Me sentí deslumbrado ya como estudiante al leer algunos ensayos de Octavio Paz”, afirmó García Montero, quien destacó “la soledad de la conciencia y la conciencia de la soledad” que, según él, encierra la obra poética del mexicano.
El literato español tuvo algún desencuentro con Paz, pues éste interpretó un viaje suyo a Cuba como un apoyo al Gobierno de Fidel Castro, contra el que el mexicano se manifestó en reiteradas ocasiones.
Esa oposición al régimen castrista la conoce en primera persona Ponte, quien relató cómo tuvo que asaltar en la década de los años 80 del siglo XX la biblioteca de la Casa de las Américas de La Habana para poder leer algo de Paz, poeta censurado por el Gobierno cubano.
“En aquella época decíamos ‘Aquí Paz, y en el cielo Borges'”, recordó el cubano en referencia al literato argentino Jorge Luis Borges (1899-1986), otro de los censurados por el Ejecutivo de Castro.
Él y su grupo de amigos descubrieron entonces que lo más importante en Paz era “la búsqueda de lo primigenio” y cómo el remanso de paz final en las obras del genio mexicano era la mujer.
“Octavio Paz ha acuñado un signo tipográfico suyo propio que he procurado evitar, porque cada vez que lo hago me parece que estoy escribiendo con la mano muerta de Octavio Paz. Y ese signo son los dos puntos, que son los dos puntos de la definición, pero también los dos puntos de la mirada, de los ojos”, indicó Ponte.
Por su parte, Malpartida recordó al poeta mexicano como una persona fiel a la poesía y a la amistad, y como un escritor que conocía la humildad, a pesar de saberse grande.
“Paz tuvo la fuerza moral de mirar de frente a la historia”, comentó el escritor español, quien dijo que su “amigo” Octavio Paz aunque era hombre serio, siempre tenía en su rostro una sonrisa, “la sonrisa del saber”.