El cantante colombiano Juanes encandiló hoy al público tokiota con la fusión de rock latino y cumbia que le ha hecho popular en todo el mundo, pero sobre todo con su nueva imagen, con la cabeza ahora totalmente rapada.
Unas tres mil personas se entregaron al artista durante la hora y media que duró el primero de sus dos conciertos en la sala Shibuya AX de capital japonesa, dentro de una gira por el archipiélago nipón que ya ha pasado por Nagoya y Osaka.
Nada más poner un pie en el escenario, el griterío de las primeras filas fue ensordecedor.
Vestido con una camiseta oscura de mangas largas, bluyín anchos y botas negras, el cantautor colombiano no tuvo que hacer ningún esfuerzo para meterse al público en el bolsillo.
Las primeras notas de “Amame”, el tema que abre su último álbum, “Mi sangre”, se confundían entre los gritos de histeria y los piropos que le lanzaban sus fans, la gran mayoría latinoamericanas residentes en Japón.
Tatiana Takeuchi, una ama de casa que viajó desde la vecina provincia de Chiba para ver a su ídolo y compatriota, no se cohibió al afirmar entre risas que de Juanes le gustaba “todo lo largo que tiene”.
El corte de pelo le traía sin cuidado. “Es el cantante del pueblo colombiano que vive en Japón”, agregó.
A su lado, su hija Hiromi de ocho años, vestida con la camiseta de la selección colombiana de fútbol, se confundía con los ponchos y los colores de las banderas patrias de la multitud.
Juanes mezcló temas de su último trabajo con los del disco que le lanzó a la fama “Un día normal” (2002), e interpretó clásicos como “La paga”, “Fotografía” y “A Dios le pido”.
Armado con sus pegadizos ritmos y su contagiosa sencillez, el cantante puso a bailar hasta el embajador de Colombia en Japón y su esposa, a quien dedicó una de las canciones llevándose la mano al corazón.
La velada subió de temperatura hasta provocar el delirio de las fans cuando comenzó a sonar su último gran éxito, “La camisa negra”, y entonces, además de rosas cayeron sobre el artista piezas de ropa interior femenina.
La larga melena con la que Juanes saltó a la fama y que se cortó recientemente no se echó de menos.
Aunque en un momento de la actuación un espectador, no se sabe bien con qué intención, lanzó al escenario una gorra, con etiqueta de compra incluida.
Juanes se la probó mientras cantaba y la convirtió en uno de los objetos más deseados de la noche al lanzarla poco después al público.
El cantautor, que ya ha vendido más de seis millones de copias de sus primeros tres discos, comienza a abrirse un hueco en el mercado nipón.
Juan Esteban Aristizábal, su verdadero nombre, ya cuenta con el reconocimiento internacional como ganador de doce premios Grammy Latino, nueve de la MTV y siete de BMI como compositor.
En Japón encabezó durante once semanas la lista de los cantantes foráneos más escuchados en la cadena de radio Yuussen.
Entre sus primeras seguidoras incondicionales japonesas destaca Sakae Sato. Acompañada por su hija, Marie, de 9 años, no paró de bailar durante todo el concierto.
Sato reconoce que Juanes aún no ha alcanzado en Japón el grado de popularidad de las estrellas de la música anglosajona o local y explicó que ella sucumbió a su música al oirla en una emisora de radio, por lo que no tardó en comprarse el disco.
De Juanes confesó que le gusta todo: “Las canciones, su ritmo, su aspecto…”. Y si bien señaló que lo prefiere con el pelo más largo, “sigue siendo muy guapo”.
Sato se fue del concierto dando saltos de alegría, porque además de haber disfrutado durante toda la velada, durante la actuación conoció a dos japonesas que le cedieron dos entradas gratis para volver al día siguiente