El acuerdo que el Gobierno francés negocia con las autoridades de Abu Dhabi para la construcción de un Museo del Louvre es objeto de polémica en el país, con un debate cuyo telón de fondo es hasta qué punto un referente cultural de primer orden puede ser objeto de tratos mercantiles.
Los diarios “Le Figaro” y “Libération” dedican hoy sendos reportajes al proyecto de construcción de un Louvre Abu Dhabi, que podría abrir sus puertas en 2012.
Delegaciones francesas y del emirato han intercambiado visitas en las últimas semanas para culminar un acuerdo por el que el famoso museo de París cederá su marca a un centro cultural en el país del Golfo.
El proyecto de contrato es confidencial, aunque “Libération” apunta que Francia podría recibir unos quinientos millones de euros a cambio no sólo de permitir el uso de la marca Louvre, sino también de asesoramiento de sus técnicos a los del emirato durante varios años para la constitución de colecciones artísticas, la conservación y gestión de museos.
La protesta la ha encabezado una antigua responsable del organismo que supervisa todos los museos públicos de Francia, Françoise Cachin, quien hace algunas semanas escribió un artículo en “Le Monde” con el descriptivo título de “Los museos no se venden”.
Conservadores de museos e historiadores del arte han secundado ese movimiento de rechazo con su firma en manifiestos y no ocultan su preocupación porque el acuerdo sea con un país sin tradición desde el punto de vista artístico.
Un elemento para la reflexión que aportan los críticos al proyecto es la vinculación del mismo al hecho de que Abu Dhabi es un importante socio comercial al que en los diez primeros meses de 2006 Francia ha exportado por valor de 2.757 millones de euros, con especial incidencia en el sector aeroespacial.
Frente a esta visión la actual directora de Museos de Francia, Francine Mariani-Ducray, ha respondido a su antecesora con garantías de que el acuerdo no irá en menoscabo del Louvre y que se basará en asesoramiento y en el préstamo puntual de algunas obras, algo habitual entre todos los museos del mundo.
El ex ministro de Cultura socialista Jack Lang sale en defensa del proyecto hoy en “Libération” y critica a “una minoría de personas que practica la apropiación cultural y moral y que quiere reservar las obras de arte para una población restringida”.
“Le Figaro” dedica hoy al asunto un editorial en el que recuerda que en 1963 el intelectual y político André Malraux, cuando era ministro de Cultura, envió a EEUU “La Gioconda”, la obra más emblemática del Louvre y subraya que los grandes museos tienen “una misión respecto a todo el país y una vocación internacional, porque las obras son patrimonio mundial de la Humanidad”.
El Louvre de París, que cuenta con cerca de ocho millones de visitantes al año, cedió su marca al High Museum de Atlanta (EEUU), que ha dado ese nombre a un ala del centro.
Asimismo, está en construcción en Francia un Museo Louvre de Lensa y el Centro Pompidou inició hace unos meses las obras de su sucursal en Metz.