Si una característica se puede destacar por encima de otras en la entrañable figura de Luciano Pavarotti era su alegría encima de los escenarios. Un cáncer de páncreas acaba con la vida del tenor más popular del siglo XX. El bonachón Pavarotti ha muerto en la ciudad que le vio nacer hace 71 años, Módena. “Soy un músico de instinto y no de teoría”, se definió hace unos años.
— El tenor italiano falleció horas después de agradecer el Premio Excelencia en la Cultura de Italia que le concedió el Gobierno italiano y que, según declaró, “celebra la magia de una vida dedicada al arte”.
— Las actuaciones junto a los españoles José Carreras y Plácido Domingo bajo el nombre de “Los tres tenores”, le llevaron a recorrer medio mundo visitando ciudades como Londres, Madrid, Los Ángeles, Nueva York o Roma.
— Pavarotti siempre ha sido un divo y ha ejercido como tal. Conocidas son sus excentricidades, manías y supersticiones. Nunca viajaba los viernes 13, se molestaba si alguien le pasaba la sal sin depositarla sobre la mesa, se alojaba en los mismos hoteles siempre y, si era posible, en la misma habitación y cada vez que actuaba llevaba un clavo en el bolsillo y un pañuelo blanco en la mano izquierda.
Luciano Pavarotti nació en Módena, Italia, el 12 de octubre de 1935. Desde niño supo que lo suyo era la música. Acostumbrado a oír cantar a su padre, panadero de profesión y cantante amateur de ópera en una coral local, el pequeño Luciano dio sus primeros pasos dentro del mundo de la música en el coro del Teatro de la Comunna en Módena junto a su padre, en la coral de Gioacchino Rossini y en la parroquia de Santa Cecilia.
Entre sus maestros destacan Arrigo Pola y Ettoe Campogalliani quienes le iniciaron en esta disciplina, corría el año 1955, época en la que Pavarotti realizaba los estudios de Magisterio, más tarde ejercería la docencia durante doce años aunque sin olvidar el canto.
En 1961 gana el Concurso Internazionale de Ópera y ese mismo año debuta con “La Bohéme” de Verdi. El personaje de Rodolfo le abriría las puertas a un futuro prometedor hasta convertirle en uno de los tenores más famosos del mundo.
Los contratos comenzaron a lloverle en diferentes países. Su primera presentación en los Estados Unidos llegó en 1965, en una producción de Lucia di Lammermoor con la soprano Joan Sutherland, obra que marcaría el inicio de la historia conjunta de ambos.
Pero tuvo que esperar al año 1972 para que surgiera el fenómeno Pavarotti, en una producción de “La fille du régiment” en la Metropolitan Ópera de Nueva York, el aria que representaba, Ame Amis, contenía nueve “do” altos, lo que provocó una entusiasta ovación de la audiencia.
Desde la época de Donizetti nadie antes había ensayado ese aria en la clave original sin trasponerla. Pavarotti ya era merecedor de representar personajes como
Mauricio, Ernani, Calaf, Radamés y Otello, el rol más importante y difícil de su carrera.
MÚSICO DE INSTINTO.
Respecto a su formación musical el tenor de Módena argumentaba hace años en una entrevista: “Soy un músico de instinto y no de teoría, poseo una musicalidad instintiva, pero no soy un verdadero músico que reflexiona largamente sobre el porqué de que una nota siga a otra”.
Sus grabaciones incluyen colecciones de arias y recitales, un concierto en vivo en el Carnegie Hall, antologías de canciones napolitanas e italianas en interpretaciones junto a cantantes como Sting, Bryan Adams y el vocalista de U2, Bono.
Sobre la razón de mezclar varios tipos de música, el tenor comentaba en una entrevista hace años: “Me siento un explorador, por eso trabajo con músicos de pop”.
Con éstos y otros se reunió en festivales benéficos “Pavarotti & friends” que durante años han deleitado al público de todas las edades y cuyos beneficios han ido destinados a los niños, especialmente del Tibet y Camboya.
Las actuaciones junto a los españoles José Carreras y Plácido Domingo bajo el nombre de “Los tres tenores”, le llevaron a recorrer medio mundo visitando ciudades como Londres, Madrid, Los Ángeles, Nueva York o Roma.
Pavarotti siempre ha sido un divo y ha ejercido como tal. Conocidas son sus excentricidades, manías y supersticiones. Nunca viajaba los viernes 13; se molestaba si alguien le pasa la sal sin depositarla sobre la mesa; se alojaba en los mismos hoteles y si es posible en la misma habitación; cada vez que actuaba llevaba un clavo en el bolsillo y un pañuelo blanco en la mano izquierda; estaba seguro de que había piezas operísticas que traen mala suerte y leía cuidadosamente su horóscopo del que se creía todo lo que le auguran los astros.
También se confesaba enemigo de los aviones. En 1975 salió ileso de un accidente aéreo en Milán cuando el avión en el que regresaba de EE. UU. quedó partido en dos en mitad de la pista de aterrizaje.
Desde 1994 su nombre aparece en el primer tren que cubre el trayecto Reino Unido-Francia a través del Eurotúnel, por debajo del canal de La Mancha. Del mismo modo, Luciano Pavarotti es un perfume para hombre del que el tenor manifestó “que es lo suficientemente sexy para ser utilizado incluso por las mujeres”.
El 13 de diciembre de 2003 se casó en segundas nupcias con su ex secretaria Nicoletta Montovani, con quién tiene una hija, Alice. En 2000 se divorció de Adua Veroni, con quién estaba casado desde 1961 y tuvo tres hijas (Lorenza, Cristina y Giuliana). El maestro era gran aficionado también al fútbol, a la pintura y a los caballos.