Una base negra de “rythm and blues”, una portada urbana del single sin asomo de la intérprete y un videoclip ramplón en el que por fin se dejaba ver bailando iniciaron el lento ascenso de Madonna hacia el trono del pop hace hoy 30 años, cuando la “ambición rubia” aún no era conocida por ninguna de esas dos facetas.
“Everybody”, título de aquel single de debut, fue publicado el 6 de octubre de 1982 como resultado de un contrato de una desconocida joven de Míchigan de 24 años y Sire Records por el lanzamiento en principio de dos temas (el otro no pasó el corte finalmente).
Los arreglos de “rythm and blues” de la canción (típicos de los primeros años 80 en los que despuntaría Michael Jackson con “Off The Wall” y “Thriller” y que eran deudores de la música disco de los 70) y el hecho de que la artista no figurara en la colorida portada del single despistaron a unos cuantos.
Si a eso se suma su difusión en emisoras afroamericanas, no extraña que en aquel momento fuesen muchos los que se plantearan si Madonna era una cantante negra.
No fue hasta el lanzamiento del videoclip que Madonna Louise Veronica Ciccone puso rostro y cabello (corto y castaño por aquel entonces) a una voz casi de pito en los agudos, bailando en un emblemático club gay de Nueva York llamado “Paradise Garage”, operativo hasta 1987 en el número 84 de King Street.
La compañía convenció a Ed Steinberg de que ocupase unas “pocas horas” para rodarlo a cambio de 1.500 dólares, un presupuesto irrisorio comparado con las seis cifras que entonces manejaban primeras figuras como el mencionado Michael Jackson o los 4 millones y medio que solo siete años después gastaría Madonna en “Express Yourself”, en una de las muchas cimas de su carrera.
El tema alcanzó el número 3 en la lista “dance” de la revista Billboard, pero nunca llegó a entrar en la tabla oficial de singles “Hot 100”.
Un crítico del magazine Rolling Stone escribía sobre “Everybody”: “Al principio no dice mucho. Entonces se advierte una de sus señas más características, una especie de hipo de chiquilla que la cantante usa una y otra vez hasta convertirse en una irritante condena. Al final, termina enganchando y ansías ese rasgo tontorrón de su voz”.
Casi un año después fue lanzado su álbum de debut, “Madonna” (1983), en el que incluyó esta canción como corte final, también junto a Sire Records (y Warner) y la asistencia de tres productores: su descubridor, el DJ Mark Kamins (“Everybody”); su entonces novio John “Jellybean” Benítez, que se encargó de su primer gran éxito, “Holiday”; y Reggie Lucas, responsable del resto del álbum.
Más aclamado con posterioridad que tras su lanzamiento, el disco recurría a un estilo muy bailable que se movía entre el pop y el “dance” con sintetizadores.
Su importancia es mayor si se tiene en cuenta que constituyó el precedente inmediato del megaéxito “Like A Virgin” (1984), un número 1 con clásicos como “Material Girl” y el tema que da título al disco, con los que provocó el sonrojo de la industria y colocaron a Madonna en la auténtica pista de lanzamiento hacia el cetro de “reina del pop” con sus desinhibidas letras y presentaciones.
Treinta años después, la que después sería llamada “la ambición rubia” (por su tour de 1990 “The Blond Ambition”) sigue en la brecha, empeñada en lucir cacha y un gran estado de forma en su último tour y en su disco “MDNA” (2012), el duodécimo de estudio, que en videoclips como “Gimme All Your Luvin'” homenajea estas tres décadas de fresca impostura.
Fuente: Javier Herrero / EFE