Cuatro años después al productor de televisión Damon Lindelof todavía le preguntan por el decepcionante final de “Lost” y quizá por eso, en la serie que estrena mañana en HBO, “The Leftovers”, avanza que el misterio nunca se resolverá aunque garantiza que el interés no decaerá por ello.
Basada en un libro de Tom Perrotta “The Leftovers” es, de alguna manera, la cara B de “Lost”, pues cuenta la reacción de un mundo que ha perdido, de un día para otro y sin la menor explicación, a 140 millones de personas, un 2% de la población total. Toca analizar no a los que se fueron, sino a los que se quedaron.
“Os aseguro que nunca sabréis dónde ha ido la gente y por qué. Y no vamos a tener remordimientos por ello. Pero seguiréis viendo la serie porque no creeréis del todo lo que digo”, dice Lindelof en un encuentro con la prensa internacional. ¿Un truco de promoción o una exención de responsabilidades después de su controvertido desenlace para su anterior éxito?
Con un reparto coral en el que están el atractivo y atormentado jefe de policía, interpretado por Justin Theroux; una desorientada Liv Tyler, una traumatizada Amy Brennerman y un mesiánico Christopher Eccleston, “The Leftovers” es uno de los platos fuertes de la HBO, y un día después de su estreno llegará al resto de canales del mundo.
En su primer capítulo, de una hora y media de duración, la serie ya abre interrogantes hasta el infinito y sus creadores han tenido la habilidad de empezar la narración tres años después de esa partida misteriosa de unos no se sabe si elegidos o víctimas. Cuando la normalidad amenaza con sepultar una tragedia sin precedentes para la humanidad.
“Todos los personajes están buscando un significado. La pregunta más obvia es qué significan, no quiénes son”, explica Lindelof, a quien le atrajo mucho la idea de una sociedad fracturada por un suceso inexplicable. “El espectador nunca va a tener más información que los personajes. Irán descubriéndolo todo a la vez”, añade el también creador de películas como “Prometheus” o “World War Z”.
“Es una serie apocalíptica pero con un paisaje diferente. No hay zombies, no hay explosiones nucleares. Lo que se sacude es el núcleo interno de los hombres. Es un apocalipsis interior que hace que nada en el mundo cambie pero todo sea diferente”, explica Perrota, quien ya en su libro renuncia a un desenlace concreto y reconoce que “las explicaciones a los grandes misterios nunca son satisfactorias”.
Durante la preparación de la serie, como ha sucedido tantas otras veces, un suceso real puso a prueba la capacidad del hombre para la ficción: el 8 de marzo, el vuelo MH370 de Malaysia Airlines se perdía sin dejar rastro entre Kuala Lumpur y Pekín, dejando a un mundo sobreinformado en la más absoluta de las incertidumbres.
“Estábamos en pleno proceso”, recuerda Damon Lindelof, quien aprendió de ese accidente que “aunque nunca sabremos qué pasó, sabemos perfectamente qué pasó: el avión se estrelló y todos murieron”.
“Pero ahí empieza lo interesante: necesitamos cuerpos, restos de avión. No nos fiamos lo suficiente de nosotros mismos para darnos la seguridad. Quizá nunca perdemos la esperanza o necesitamos tener una explicación de cómo fue”, asegura.
Perrotta, por su parte, dice que entonces se dio cuenta no sólo de cómo ante lo desconocido se genera “explicaciones múltiples y una desesperada necesidad de saber”, sino, quizá más importante, “en algún momento la gente se cansa y, si no le afecta directamente, deja de prestar atención al suceso”.
Todas las reacciones posibles quedan reflejadas en la amplia galería de personajes de “The Leftovers”, cuyo reparto también incluye a Charlie y Max Carver, Carrie Coon o Michael Gaston.
Pero queda la reacción final: la del público. “Cuando haces algo que ven millones de personas te expones a que mucha gente no esté de acuerdo”, dice Lindelof. “Todos buscamos hacer algo diferente, pero no puedes valorar si lo has conseguido hasta que está ya hecho. El éxito sigue siendo un misterio para todos. E insisto, a mí el final de ‘Lost’ me dejó muy, muy satisfecho”, bromea.
Fuente: Mateo Sancho Cardiel / EFE