30 de enero al 4 de marzo de 2007
Lugar: Museo de Arte Contemporáneo
TEXTOS Y CURADURIA: MIGUEL HUEZO MIXCO
La exposición DISPARATES. TOÑO SALAZAR es la más grande que se haya producido hasta ahora sobre el artista. Con ella se quiere introducir una nueva manera de ver a Salazar, brindando un documentado recorrido a través de los hitos más importantes en su trayectoria. La exposición sigue un esquema cronológico que ofrece la posibilidad de mostrar al público un recorrido por su trayectoria artística, valiéndonos de una selección muy representativa de su obra; y, a la vez, facilita la presentación de los diferentes contextos en los que se produjo su obra.
Se optó por exhibir copias de las obras, en este caso “nuevas copias”, ahora reproducidas mediante procesos de captura electrónica, realizando impresiones láser de alta resolución sobre papeles muy resistentes.
Esto obedece a que sus “originales” estuvieron destinados a ser copiados miles de veces en una sola tirada. No solo eso, era deseable que se reprodujeran todas las veces posibles, en diferentes revistas, o periódicos, en diferentes países, usando diferentes tipos de maquinas, y en papeles de calidad diversa. A su vez, una caricatura publicada en una revista se volvía susceptible de ser utilizada como un nuevo original.
Para la exposición se establecieron cuatro grandes etapas. Para diferenciarlas, se usa como ejes las ciudades que el artista utilizo como pivote para sus trabajos.
1. Inicios: San Salvador-México (1919-1922): inicios en San Salvador, estadía, vínculos intelectuales, estudios, obra y exposiciones en México.
2. París-Nueva Cork (1922-1934): vinculación a la vanguardia europea; sus trabajos en Nueva Cork; retorno a París; la malograda Expedición México-Argentina; salida a Buenos Aires.
3. Buenos Aires-Montevideo (1935-1953): trabajos como ilustrador y caricaturista; su vinculación con el exilio español en Argentina, participación en la propaganda anta nazi y en contra del Gral. J. D. Perón; expulsión de Argentina; estadía en Montevideo; regreso a Buenos Aires.
4. Retorno: San Salvador (1971-1978): regreso a El Salvador, su obra tardía, sus memorias.
Técnicas que utilizó el artista
Tinta, bolígrafo, acuarelas, lápices de color, etc.
Temas que abordo:
Caricaturas de artistas, ilustraciones para público adulto, Ilustraciones para público infantil, sátiras políticas, historietas etc.
Incursiono en:
La caricatura, la ilustración, y la tira cómica.
Características de su obra:
Sus personajes gozan de penetración sicológica, digamos que comparten un código: sonríen sueñan, trasuntan alegría y libertad. Para ello, simplifica los contornos más complejos en pocas líneas. Salazar lo llamaba “Disparates”.
Sus caricaturas no son necesariamente cómico; más bien, tiernos aunque carecen de sensibilidad.
Salazar consideraba sus caricaturas como una extrema exaltación; donde cada cosa salía del recuerdo “ con la marca que ha dejado en la memoria”. Exageraciones visuales llevadas a un enredo de gracia.
1. Inicios: San Salvador-México (1919-1922):
EL UMBRAL DEL MUNDO
Toño Salazar (1897-1986) fue el último de los hijos del matrimonio de Salvador Salazar Angulo y Mercedes Morales Villaseñor. Nació en Guatemala, donde su padre hacía negocios. Pocos años después, la familia se trasladó a El Salvador.
Antonio dibujaba desde los años del colegio. Conoció desde entonces los dibujos del catalán Bagaría en la revista España, y las revistas ilustradas Simplicissimus, L’Assiete au Beurre y Le Rire, que llegaban a San Salvador.
El 2 de octubre de 1919, se inauguró la exposición de Toño Salazar en el Teatro Colón de San Salvador, que marca el comienzo de su carrera artística. Las caricaturas que se exponen en esta sección pertenecen a ese periodo inicial y refleja las destrezas que admiraron al público salvadoreño de la época. No todos los personajes han podido ser identificados.
Gracias a algunos influyentes amigos, Salazar obtuvo en 1920 una pensión del Gobierno de El Salvador para estudiar en México. México vivía su Revolución. Realizó estudios de dibujo, pintura y escultura, en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Toño participaba también de la bohemia al lado de artistas y escritores.
En el Museo de Antropología trabajó para Rufino Tamayo. Fue a la Escuela Preparatoria para ayudar a moler los colores que preparaba Carlos Mérida y admirar el trabajo de Diego Rivera, que acababa de volver de París. “México fue en la aventura de mi existencia, el umbral del mundo y el principio del encantamiento de la vida”.
2. París-Nueva York (1922-1934)
INICIOS
El 16 de noviembre de 1922 Toño Salazar aborda en Veracruz el vapor que lo lleva a Europa. Desembarca el 14 de diciembre en el antiquísimo puerto de Rótterdam. Parte a París, por tren, el 6 de enero de 1923.
Se instaló en las proximidades del mítico bulevar Montparnasse donde estaba en marcha una revolución artística. Salazar publica en Comedia, el primer diario de la vida artística parisiense. Ingresó bastante pronto al entorno de las publicaciones Le Matin, Blanco y Negro, Le Rire, y Parisina. “París me trata divinamente bien, mejor que México”, dice Salazar. Meses más tarde, el gobierno salvadoreño le suspendió la pensión.
Se vinculó a los intelectuales latinoamericanos del Instituto de Cooperación Intelectual que dirigía la poeta chilena Gabriela Mistral. Allí hizo amistad con Ventura García Calderón y, especialmente, con el poeta Alfonso Reyes. Participó en exhibiciones en el Salón de La Araña junto con Marc Chagall y Tsuguharu Foujita. Causó admiración por su originalidad y refinamiento.
Salazar estaba convertido en uno de la vanguardia. En 1930 publicó su libro Caricaturas con un prólogo de Kees Van Dongen. Días más tarde, se embarca con rumbo a Nueva York, donde contrae nupcias con la salvadoreña Carmen Gallardo. Publica en la prestigiosa Vanity Fair. Dos años más tarde, regresa a París.
En 1934, participó en la concepción de la “Expedición México-Buenos Aires”, un proyecto ambicioso y extravagante que pretendía realizar a lo largo y ancho de toda Hispanoamérica investigaciones “etnológicas, sociales, geográficas y artísticas” para darlas a conocer en Europa. El proyecto fracasó por falta de financiamiento. La historia de los años que comenzaban serían de crítica social, de activismo y radicalización política.
3. Buenos Aires-Montevideo (1935-1953):
LAPICES TERRIBLES
Las circunstancias en que vivió Toño Salazar en América del Sur son poco conocidas. Esos quince años en Sudamérica comienzan con su llegada a Buenos Aires en 1935. Sigue con su expulsión a Uruguay, en 1945. Después de unos años, vuelve a Buenos Aires, en donde permanecería hasta 1950.
Su vida se vio marcada por la Guerra Civil de España y la Segunda Guerra Mundial. Por primera vez en toda su carrera, Toño participa en los acontecimientos políticos hasta convertirse en un propagandista. Estaba a punto de lanzar, como dijo Nicolás Guillén, sus “lápices terribles”.
Obtuvo un puesto en La Razón. Al mismo tiempo ilustra a todo color Alí Babá y los cuarenta ladrones. También hizo adaptaciones de cuentos ilustrados por él mismo que se publicaban en dos planas del periódico. Años más tarde, realizó ilustraciones para El Quijote, de Cervantes, y La isla del tesoro de R. L. Stevenson.
En 1936 comenzó en España un periodo de terror. Tras la rebelión militar contra el gobierno del Frente Popular, se abre la Guerra Civil. Al igual que en los campos de batalla, la guerra comenzó a librarse también en el terreno internacional. Toño Salazar se adhirió a la causa republicana. Hace sátiras políticas contra Franco, Hitler y Mussolini. Y luego contra el Gral. Juan Domingo Perón.
El 24 de mayo de 1945, las autoridades militares obligan a Salazar a salir de Argentina. En Montevideo realiza, a pedido de Rafael Alberti, las ilustraciones para Coplas de Juan Panadero, sátiras contra militares, aristócratas, intelectuales y obispos que apoyan al general español Francisco Franco.
En 1950, con el apoyo del escritor Julio Fausto Fernández y de Gabriela Mistral, es nombrado Cónsul en Uruguay.
4. Retorno: San Salvador (1971-1978): regreso a El Salvador, su obra tardía, sus memorias.
UNA LINEA TREMULA
Toño Salazar regresó a El Salvador el 12 de octubre de 1953. El país vivía un espíritu de exaltación nacionalista. En la Junta Nacional de Turismo exhibió las caricaturas que le habían ganado celebridad en París, Nueva York y Buenos Aires. En los siguientes 18 años se desempeñó principalmente como diplomático, especialmente en París. En esa ciudad participó en nuevos proyectos editoriales.
En los años 50 se vio aquejado por el Mal de Parkinson, que llegó a convertirse en una incontrolable sacudida de sus extremidades. Toño integró ese temblor al trazo de su línea, hasta convertirlo en un “estilo”.
En 1972 regresó definitivamente a El Salvador donde se convirtió en un personaje habitual en medio de una creciente vida artística y cultural. El país también se encaminaba a una crisis que desembocaría en la cruenta Guerra Civil (1981-1992).
Sus admiradores salvadoreños construyeron una imagen de Toño Salazar en la que se exaltaban sus raíces indígenas. Sin embargo, sus raíces son múltiples. Solía identificarse como un autor de “disparates”: alteraciones de la apariencia capaces de revelar las profundidades del alma, con la risa y con el ensueño.
La última etapa de su producción está constituida por más de un centenar de dibujos y una colección de memorias de su vida, amistades, autores predilectos y experiencias vitales. Sus dibujos y crónicas lo muestran como un artista complejo y una persona de gran mundo, sofisticado, inteligente y sensible a los dolores humanos. “La Caricatura”, escribió Salazar, “debe ser el zumo amargo de una conciencia recta y de un espíritu, incluso ingenuo y paradisíaco, que sueña con un mundo mejor”.
Su fallecimiento en diciembre de 1986 no le hizo justicia. La obra de este genio casi no aparece en los libros sobre arte salvadoreño.La exposición no considera un trecho de casi dieciocho años (1953-1971), durante los cuales Salazar ingresó al servicio diplomático y volvió a El Salvador. Esta decisión obedece a la percepción que en ese periodo su obra reproduce en gran medida los patrones del denominado periodo “París-Nueva York”. En cambio, hemos abierto un espacio para sus producciones del periodo 1971-1978, que aunque no está muy alejado de la consideración anterior, informa sobre importantes personalidades que participan en eventos culturales salvadoreños del periodo y revela una atención sobre la evolución del arte salvadoreño.
Complementariamente, aunque se refleja más en el texto del catálogo, esas caricaturas sirven para ilustrar una serie de escritos autobiográficos de inestimable valor documental, y que son a la vez un vaciado de sus concepciones personales sobre el arte, la política y, desde luego, la humanidad, el gran “modelo” de su trabajo a lo largo de su vida artística.