Después de encarnar al malo más retorcido de la saga Bond, Javier Bardem vuelve al cine español de la mano del director madrileño Santiago Zannou para dar vida a un fascista de nombre Solís, un “bicho” que creó su hermano Carlos en su novela “Alacrán enamorado”, y que ahora se estrena convertida en película.
“Me he fijado en algunas personas para componer el tono y el físico de Solís”, ha explicado Javier Bardem en una rueda de prensa celebrada en Madrid junto al equipo del rodaje, capitaneado por el director y acompañado por el productor, y amigo de los Bardem, Álvaro Longoria, con quien Javier hizo recientemente el premiado documental “Hijos de las nubes”.
La película, que llegará el próximo 12 de abril a las pantallas españolas, está basada en la novela homónima de Carlos Bardem, con guión escrito entre Bardem y el propio Zannou.
“Queríamos hacer una persona que se moviese a diferentes niveles: uno, más impulsivo, tocando la fibra y el estómago de a los que se dirige; y otro más intelectual, casi diplomático, como si fuese un abogado, con una cierta calidad política futura. Fue un compendio de muchas cosas para llegar a ser Solís”, aunque añade el pequeño de los Bardem que “ya estaba bien claro en el guion quién era”.
Y Solís es un hombre muy violento, un filonazi que resume “todos los referentes del racismo y fascismo que conozco, desde (Jean Marie) Le Pen, a las palizas que reciben los inmigrantes en los autobuses de Grecia”, explica el director, Zannou, un mestizo hijo de padre africano al que, por cierto, dedicó su segundo trabajo, el documental “La puerta de no retorno”.
La película, explica el realizador, ganador de tres Goyas con su cinta de debut, “El truco del manco”, es una fábula “visceral” sobre la superación que cuenta la historia de Julián (Álex González), un chico de barrio que junto con su mejor amigo, Luis (Miguel Ángel Silvestre), integra un grupo de violentos neonazis liderado por Solís.
Julián vive en un entorno violento que no deja sitio a la esperanza hasta que decide entrenar en un gimnasio. “Es un chico que no se hace demasiadas preguntas, pero siente mucho lo que hay a su alrededor”, detalla González en una entrevista con Efe.
Transformado por la disciplina del boxeo y encandilado por la nobleza de su entrenador Carlomonte (Carlos Bardem) y el amor de una joven mulata, Alyssa (Judith Diakhate), el chico se da cuenta de “lo que le gusta y lo que no” y decide cambiar “y evoluciona drásticamente hasta convertirse en el hombre que quiere ser”, resume González.
El actor ha conseguido dar a Julián “Alacrán” López un físico espectacular y un baile de piernas que convence de su calidad en el ring; no en vano, su debut en 2005 fue otro boxeador que le dio al joven su primer Goya como actor revelación en “Segundo asalto”.
“Todo el boxeo que hay en la película es de verdad”, apunta Carlos Bardem: “No queríamos que nadie nos sacase los colores”, aunque enseguida indica que “no es una película de boxeo, sino que pretendíamos utilizarlo como una metáfora de la vida: no importa que te tiren, te levantas para luchar”, añade el actor.
A destacar en ese sentido el trabajo del actor español nacido en Líbano Hovik Keuchkerian, campeón de los pesos pesados de España en los años 2003 y 2004, que ha agradecido a Zannou y a Bardem que rescataran la “dignidad” de un deporte que, en otros países, dice, es “número 1”, y el boxeador, un ídolo y “hasta alguien respetable”.
Carlos niega los “enchufes” a la hora de repartir los papeles y desvela que tuvo que pasar una prueba para convertirse en Carlomonte; un papel que, por fin, parece consagrar a un actor bregado en cintas nada suaves como “Celda 2011”, “Princesas” o “Che: Guerrilla”.
El mayor de los Bardem considera que las ideologías del odio “florecen” en épocas de crisis; por ello, afirma, “hay que estar muy atento y combatir los pequeños fascismos de barra de bar”.
De la misma opinión es Miguel Ángel Silvestre, metido en la piel de un violento “skinhead” al que ha tenido que “intentar entender para ver de dónde le salía tanta violencia”.
“Es alguien que también ha sido víctima, que tiene pavor a la soledad y que sabe que a través de la violencia es aclamado y valorado. Yo lo rechazo totalmente -enfatiza el actor-. Digo esto y no es excusa para otros grandes hijos de puta que hay en el mundo, pero todos han sido víctimas y no todos tienen la posibilidad de redimirse, como Julián”, reflexiona.